Las prefecturas sabían que venía El Niño, pero hicieron muy poco para aminorar el desastre
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Articulo reproducido de la agencia ABI
- En el Beni, en noviembre de 2006, miembros de Defensa Civil que intentaron realizar un trabajo de prevención de desastres, fueron echados por funcionarios de la Prefectura. Las autoridades departamentales, en especial los de la llamada "media luna", habían roto relaciones con el Ejecutivo. Los prefectos querían un cheque en blanco para gastar recursos de manera autónoma, sin fiscalización del Gobierno central.
La Paz, 05 mar (Ramiro Ramírez S. / ABI).- La furia de El Niño sacó a flote la pobreza y debilidades de las prefecturas departamentales. Los prefectos quedaron chicos frente al desastre, fueron rebasados e hicieron poco o nada para prevenir y mitigar sus efectos, pese a que contaban con la información sobre los alcances del fenómeno climático. Hoy, más de 350 mil personas afectadas claman por asistencia.
Ya en octubre y noviembre de 2006 se conoció un informe del Viceministerio de Desarrollo Rural y Agropecuario que advertía de que las fuertes lluvias en el oriente provocarían inundaciones y desbordes en las principales cuencas que bañan esa parte del territorio boliviano, mientras que en el occidente se producirían severas sequías y heladas.
"Ante el conocimiento de lo que venía con El Niño, lo que hizo el Gobierno fue tomar un conjunto de previsiones ya desde octubre de 2006. Y la primera previsión que se tomó el año pasado, con base a los informes de meteorología nacional e internacionales, fue convocar a los prefectos de los nueve departamentos para invitarlos a enfrentar lo que nosotros sospechábamos iban a ser los efectos de El Niño", recordó el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana.
Tras aquella reunión "los prefectos rompieron la relación con el Gobierno a partir del tema de la fiscalización, los dos tercios, etc. y se fueron. Se replegaron a sus regiones y fueron a hacer política como corresponde, se metieron a hacer los cabildos, uno apoyaron y otros vieron desde el balcón. Se replegaron y le dejaron al Gobierno toda la responsabilidad".
Es por ello que una segunda reunión que había acordada para el 5 de diciembre de 2006, nunca llegó a realizarse. Los prefectos, particularmente los de la llamada "media luna" rompieron toda relación con el Presidente de la República y no les importó lo que traía El Niño.
En este momento, el Gobierno preparó un campamento en predios de la Universidad Técnica del Beni, para unos 6 mil desplazados por los desastres naturales, a quienes se les brindará los servicios de agua, energía eléctrica, alimentación y salud.
Pero el frente oriental y sus inundaciones no fue el único que abrió El Niño. Los desastres demandaron acciones simultáneas, principalmente para atender el colapso de las principales vías carreteras que conectan oriente y occidente, como las carreteras Cochabamba-Santa Cruz.
En cuanto a los sectores productivos del Beni, el Ministro de la Presidencia informó que se dio toda la ayuda que se pudo para salvar al ganado vacuno. Se entregaron sales de rehidratación, se dispusieron de chatas para trasladar el ganado en peligro de ahogamiento, se dio vacunas y se comprometieron un conjunto de acciones para la reconstrucción y rehabilitación del potencial ganadero.
PRIORIDADES QUE TUVIERON LAS PREFECTURAS
Pese a conocer la magnitud de lo que se venía, los prefectos, en especial de la llamada "media luna", sumados oficiosamente los de La Paz y de Cochabamba, estuvieron en pleno afán por demostrar su fuerza política frente al Gobierno central y sentirse "gobernadores" de sus regiones.
Las banderas de la autonomía, los dos tercios en la Asamblea Constituyente, el rechazo a la fiscalización por parte del Legislativo, fueron parte del ampuloso menú prefectural que finalmente empachó a los prefectos y evitó que trabajaran para evitar el desastre que cargaba consigo El Niño.
El hecho más elocuente y, que debiera merecer un juicio de responsabilidades, es el caso del Beni, donde hoy se siente más el drama nacional de los desastres naturales.
Es que en noviembre de 2006, de acuerdo con declaraciones del ministro Quintana, la Prefectura beniana echó a funcionarios de Defensa Civil que llegaron a la capital beniana a realizar trabajos de prevención de desastres y a constituir el Comité de Operaciones de Emergencia Departamental.
Es en ese contexto que los prefectos rompieron el diálogo, se replegaron y se dedicaron a hacer política bajo el argumento de que desde el Palacio Quemado se conspiraba para derrocar a las autoridades departamentales elegidas.
Pero si en el Beni, funcionarios de Defensa Civil fueron echados, en Cochabamba el prefecto Manfred Reyes Villa brilló por su ausencia. Incluso, de acuerdo con informes del Servicio de Migración, se conoce que la autoridad departamental se fue a Chile durante los feriados de Carnaval mientras ocurrían los desastres en las provincias del trópico.
CENTRALISMO Y DOBLE DISCURSO
Los prefectos que sintieron el agua hasta el cuello comenzaron a acusar al "centralismo insensible" de no atender a los afectados. Y peor, eran eco de los sectores cívicos-empresariales que disponen de todos los medios para mostrarse como las principales víctimas de millonarias pérdidas. De los miles de indígenas de tierra adentro, muy pocas imágenes, de vacas muertas en medio del agua, muchas.
Los prefectos de los departamentos afectados mantienen una dura crítica contra el Poder Ejecutivo e incluso lo han acusado de mantener el centralismo indolente al aprobar el decreto de declaratoria de desastre nacional que sólo toma en cuenta, desde su visión, a algunos municipios y no a todo el país. Y peor, no les permite a las prefecturas utilizar fondos del Tesoro General de la Nación a discreción o captar ayuda internacional de manera directa.
Al respecto, el Ministro de la Presidencia aclaró que lo que molesta a los prefectos de esos departamentos es que no se les dio un cheque en blanco para que gastaran recursos sin ningún tipo de control. Pero, además, en el decreto de declaratoria de desastre nacional, están incluidos todos los municipios que fueron afectados por El Niño, no hay candados, precisó Quintana frente al reclamo de algunas autoridades departamentales.
Esta autoridad reveló que, en la reunión entre el presidente de la República, Evo Morales Ayma, y los prefectos de casi todos los departamentos del país, el pasado miércoles en Santa Cruz, el prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, había declarado: "Presidente, acá de lo que estamos discutiendo es del tema de la autonomía. Lo que nosotros queremos son recursos para administrarlos autónomamente".
Pero el ministro de la Presidencia aclara: "No estamos en un régimen autonómico. Los prefectos (así los señala la actual Constitución Política del estado en vigencia) son autoridades que dependen del Poder Ejecutivo, pero otra cosa es que no se sienten que representan al Poder Ejecutivo y creen que son autónomos. Muchos han perdido el sentido de la realidad, algunos creen que viven en un régimen autonómico".
En la reflexión, Quintana va más allá: "La autonomía sirve para algunas cosas y para otras no. Ahí está la doble moral, el doble standar ético de algunos prefectos. Sirve para pedir plata, para tener autonomía administrativa, para no rendir cuentas a nadie, para hacer lo que se les antoje, pero no para asumir las responsabilidades de los desastres naturales".
LA HORA DE LA RECONSTRUCCIÓN
Desde que se le quitara atribuciones y competencias a las prefecturas que eran verdaderos apéndices hasta familiares del poder central y se fortaleciera a los gobiernos municipales, en los últimos 20 años muchos llamados gobiernos departamentales, incluidos consejeros departamentales, se constituyeron en meros actores burocráticos (además de espacios de prebenda política del Gobierno central) de un aparato estatal ineficiente, incapaz de resolver los mínimos problemas de sus poblaciones en desgracia.
Para temas básicos como el mantenimiento de caminos, las prefecturas aún tienen que hacer licitaciones y contratar los servicios de empresas privadas que se encarguen de ese trabajo. El llamado achicamiento del Estado llegó también a la instancia departamental y dejó a las provincias bajo responsabilidad casi exclusiva de las alcaldías.
Hoy la tarea es la reconstrucción de las regiones afectadas por El Niño y a propósito, el Vicepresidente Álvaro García Linera ha señalado que, en esta fase de la calamidad que pasa Bolivia, no serán suficientes helicópteros y lanchas, sino decenas de millones de dólares recursos que provendrán del Estado, pero también de la cooperación internacional.
La primera tarea está en marcha: ayuda humanitaria para quienes lo perdieron todo. Ahora el Estado, Gobierno central, prefecturas y municipios, debe asumir el reto de devolver la vida a las zonas de desastre.
Rr/Dgav ABI